lunes, 12 de diciembre de 2011

Me gusto mucho...véanlo!

La muy puta se contoneaba por toda la funeraria, haciendo gala del culo que tan orgullosa le tenía, ayudada por los jeans que le ceñían de una manera tal, que permitían imaginar su forma desnuda.

De cintura angosta y tetas siliconas, grandes y ostentosas, con una cara de lascivia capaz de erguir el mástil del más caballero. Se pavoneaba sobre las botas altas que sobre los jeans llevaba
y que hacían se inclinara de tal manera, parándole otro tanto el culo y...

respingando mas sus exhuberancia pectoral.

Estuvimos hablando un rato, acerca de lo lamentable de la situación, pero ambos deseábamos saborear nuestros cuerpos extasiados, supurando jugos deliciosos y recibiendo nuestros manantiales
de placer, una y otra vez.

En un momento fue ya imposible mantener una conversación, yo le miraba las tetas la cara, el culo y ella me saboreaba la verga con la mirada mientras se apoyaba en mi pecho para “consolarse”.

Vamos a tomar aire- dije- a lo que ella accedió tomándome de la mano y llevándome al balcón. Era de madrugada y ya casi no circulaban carros por la avenida cuando sentí como aprisionaba mi grande
con su mano. La perra lo encontró entre la ropa y comenzó a jugármelo, aprovechando el líquido que el pobre escupía desesperado.

Acá hace mucho frío – dijo- vamos al baño – sugirió, y sacando su mano de entre mis pantalones lamió sus dedos mojados con mi semen. Recuerdo, no más, que al entrar al baño lo cerró con llave
y prensó su entrepierna contra mía mientras me agarraba el culo y me lamía los labios.

Quitó mi ropa rápido y ya en bolas me mamó duro, suave… rico, todo el falo. Era una puta experta, que hacía ruidos con la boca, me decía que le encantaba chuparla y me manoseaba los huevos
con sus uñas largas.

Casi sin poder respirar, temiendo que alguien nos descubriera, le quité la chaqueta, la blusa, el corpiño, y comencé a mamar aquellas tetas, siliconas enormes y relucientes de sudor y éxtasis.
Sudaba, jadeaba, gemía y sentía mi lengua, labios y dientes desgarrándole los pezones.

Se apartó dando un gritito de placer y mientras me veía a los ojos se quitó el jeans que tanto bien le hacian, para descubrir una pantaleta de encaje sin costuras, que se perdía entre sus nalgas
perfectas y redondas. Su sexo húmedo esparcía su aroma por el lugar y así, se colocó una vez más frente a mí, y comenzó a besarme el cuello y el pecho.

Llegada su boca a mi verga, se agachó cuanto pudo y con su lengua tocó mi perineo, mientras respiraba profundo para sentir mi olor y regresar hasta mi escroto humedeciéndolo todo.
Metió uno de mis testículos en su boca y ese fue el acabose para mí. No pude más, le tomé del pelo y ordenándole que abriera la boca comencé a perforarle la cara.

Una y otra vez embestía su garganta, mientras ella se sujetaba fuertemente de mis piernas, como quien le falta el aire, pero disfruta su ausencia.
Le saqué el glande y lo pasé por toda su cara corriéndole el maquillaje. Era mía, era mi puta.

La levanté halándola del pelo, la llevé hacia el lavabo y después de arrancarle la pantaleta le perforé su chocho. Estaba empapada,
escurría de placer y comenzó a gemir sin importarle que alguien nos pudiera escuchar.

Me sujeté de sus tetas mientras la puyaba una y otra vez y acabé dentro de ella cual bestia en celo, solo quería más, repetía y volvía para nunca desocupar su hoyo carnal de placer.

Cuando terminé, la tomé del pelo y luego de darle un beso apasionado la arrodillé frente a mí para que limpiara aquel desastre. Se chupo mi falo con cariño, con primor y luego se levantó
para darme un besito sobre los labios.

Sal tu primero- dijo, y se dio la vuelta para agarrarse el pelo en una cola. -Yo salgo en un momento, solo quiero arreglarme.

Anonimo

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